En 1947, Ferdinando Innocenti presentó el scooter Lambretta en Italia.
Con su motor económico y su precio asequible, pronto se convirtió en un gran éxito y revolucionó la movilidad en las ciudades del país. En 1949, la Lambretta también aterrizó en suelo británico, aunque con sentimientos bastante encontrados. A pesar de varios intentos de convencer al público británico, éste fue incapaz de apreciar la Lambretta de la misma manera que la moto. A pesar de este fracaso, el padre y el hijo que dirigían la empresa seguían creyendo en el futuro de la Lambretta.
Se arriesgaron comprando varios centenares de máquinas y asegurándose al mismo tiempo la concesión en el Reino Unido, y nunca miraron atrás. Fundada en 1951, Lambretta Concessionaires se propuso movilizar al público británico con su humilde producto. A través de un marketing hábil y una atención al cliente ejemplar, la nación se enamoró de la Lambretta.
A finales de la década, era el vehículo de dos ruedas más vendido del país. En los años 60, la empresa continuó liderando el sector, aunque la actitud de la gente hacia el coche como medio de transporte preferido estaba cambiando. Con la llegada de la nueva década y el declive de las ventas, la producción de Lambretta se interrumpió inesperadamente, lo que supuso un cruel final para la empresa. A lo largo de veinte años, los concesionarios Lambretta cambiaron sin duda a mejor la vida de los británicos.
Esta es su historia. Rústica, tamaño A4, 180 páginas, 310 ilustraciones en color y blanco y negro.